Esta nota fue realizada por Laura Vilche y fue publicada en el Diario “La Capital” de Rosario, el día Jueves 02 de Abril de 2020.
El epidemiólogo Ernesto Taboada y la homeópata Mónica Müller, autora de “Pandemia”, hablan del coronavirus y otros virus que no hay que descuidar.
Decir “los virus no mueren” suena a título de bolero. Pero no, es parte de una discusión científica que ayuda a entender esta y antiguas pandemias por virus respiratorios que mutan y se quedan cómodamente entre nosotros por siempre. Ni siquiera hay fármacos que los aniquilen como a las bacterias, por más que las personas insistan en medicarse para hacerlos desaparecer.
La Capital consultó por separado al neumonólogo y director del posgrado de Epidemiología de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Ernesto Taboada. Y a la médica que reside en Buenos Aires Mónica Müller, homeópata y escritora de los libros “Pandemia. Los secretos de una relación peligrosa, humanos, virus y laboratorios”, una reedición de 2010 que ya está en versión e-book en la editorial Planeta, y “Sana sana. La industria de la enfermedad”, de 2014.
Ambos profesionales coinciden al decir que esta pandemia tiene algunas semejanzas con otras de virus respiratorios que circularon el siglo pasado e incluso hace pocos años. Refieren a la gripe española de 1918, causada por virus influenza A del subtipo H1N1 (la más devastadora de la humanidad ya que sólo en un año dejó unos 100 millones de muertos, entre ellos niños y adultos sanos) o la más reciente de la gripe A (H1N1), de 2009/2010, en la que se estima que fallecieron casi 600 mil personas en todo el mundo.
“Es que los virus no mueren, sólo pueden atenuar su virulencia. Como el del herpes, que permanece latente hasta que se produce un cambio en el individuo y regresa”, señala Taboada.
Ojo con las metáforas
Se suelen usar desde siempre fórmulas futboleras para expresar por ejemplo que los virus están al acecho para “entrar a la cancha”, u otras bélicas como “guerra”, “combatir el virus”, “vigilancia sanitaria”, “tasa de ataque” o “pelear desde la trinchera de salud” (el propio presidente Alberto Fernández dijo en una conferencia de prensa que esta es “una guerra contra un ejército invisible que nos ataca y buscamos que la curva de contagio sea lenta”).
Taboada sabe que eso es usual pero dice que preferiría que no se relacionen expresiones del campo militar con la salud. Para el epidemiólogo esas expresiones simplifican el problema. Explica que aún en las guerras entre países hay pactos y reglamentos que si no se respetan se condenan. “En cambio en salud hay una relación entre la población y un microorganismo que no tiene conciencia ni inteligencia pero aún así necesita de células humanas”, dice.
Müller también habla de los virus de ayer y el de hoy. De hecho su libro “Pandemia” refiere a la historia virológica desde la gripe española a la actual covid-19.
“No quiero que parezca que soy el profeta Nostradamus, pero ahí digo que vendrá un virus que nos va a infectar a todos porque me baso en estudios científicos y todo médico sabe que las epidemias son cíclicas y que el virus nunca muere porque no vive, no es un ser vivo”.
Lo explica así: “Los virus no nacen, se alimentan, se reproducen y mueren, están en algún reservorio; se forman por combinación de partículas y moléculas, no tienen morfología redonda sino geométrica como un diamante e infectan a células vivas, les inyectan su información genética, las colonizan y las transforman en una máquina de producir virus hasta que la célula estalla. Es diabólico”.
Cepillarse las uñas y buenos datos
Pero que se hable de los virus como seres vivos posibles de matar no es la única crítica de ambos médicos. A las repetidas recomendaciones de quedarse en la casa, mantener el distanciamiento social, lavarse las manos con frecuencia y toser en el codo, para Müller falta agregar un consejo “básico” como es el de “cepillarse las uñas”.
Dice que se habla mucho del alcohol en gel, “pero para los que no son privilegiados como los que tenemos agua corriente hay que decir que es importante lavarse las manos y usar además algo tan sencillo como un cepillo para las uñas porque acumulan bacterias y virus como pocas cosas”, dice y apunta al celular como una importante vía de contagio.
Tanto ella como Taboada marcan un error común de la prensa el de mezclar índice de morbilidad (infectados o enfermos), mortalidad (los fallecidos) y letalidad (coeficiente entre los muertos y los que enfermaron), por el afán de dar información constante sobre las cifras que arroja la pandemia, una actitud que suele generar más “pánico y confusión” que informar.
Para el epidemiólogo lo más importante es dejar en claro cuál es la tasa de letalidad. “Es la relación de los muertos con los que enfermaron, en una población y período determinado. O sea, ese coeficiente de alrededor de un 4 por ciento por ejemplo en China, no sólo es una visión más optimista sino más exacta”.
¿Y la gripe y el dengue?
El coronavirus se roba todas las cámaras y con razón, dicen ambos médicos, que valoran cómo está actuando el Estado nacional contra la pandemia. Entienden que es el que lleva hasta ese 2 de abril al mediodía 956.588 casos confirmados en el planeta (48.583 muertos y 202.728 recuperados). Pero no quieren dejar de lado al dengue y los virus estacionales. “El dengue registra 3 millones de casos en el mundo y 116 en Rosario. Se venía trabajando bien sobre la enfermedad, hay que seguir atentos”, advierte Taboada.
Müller dice que en este momento el dengue “sólo le da importancia al que se enferma” y agrega que actualmente atiende a tres pacientes que lo padecen.
La médica entiende que el Estado en este momento insista con el descacharrado y las fumigaciones, aunque “muchos se quejan de ellas”, mientras atiende al coronavirus que es tan “terriblemente” contagioso. Pero resalta: “Ahora hay yuyales y hace calor y no se puede desatender totalmente el dengue ni se podrá desconocer que anualmente mueren 500 mil personas todos los años de gripe común en el mundo”.
Taboada remarca la importancia de que los virus estacionales, como la gripe en este momento, no registren incidencias importantes en la población susceptible o de riesgo. Aun así, da por descartado que los contagios de gripe común aumentarán a medida que avance el otoño e invierno y sostiene que “será necesario comenzar a analizar la pandemia del coronavirus desde una observación epidemiológica”.
Agrega que “fue lógico hasta ahora abordar a la pandemia de la covid-19 desde la clínica: mirar la enfermedad, ver qué puede causarla y tomar decisiones lógicas como el aislamiento”, pero sostiene que la observación epidemiológica será imprescindible.
La disciplina hace un camino que comienza siempre observando a la población y no al individuo, luego sigue con la enfermedad y después con la causa. Será imprescindible para ver qué condiciones cambiaron para que este virus, que no parece nuevo, mutara y se propagara.
“La epidemiología estudia las causas de la causa o riesgo a enfermedad, hay que analizar las condiciones de vida material, el sistema productivo, la falta o no de agua y la alimentación de la población. No olvidemos que en China, epidemiológicamente, vemos que la población afectada en el inicio en Wuhan estaba conformada por trabajadores de la industria, agricultores y jubilados, que se alimentan en el mercado, pero en el resto del mundo la población es viajera: en Italia la más rica, y en Argentina aún está concentrada en un sector que puede consumir”, dice Taboada.
El médico insiste en que habrá que analizar, desde su especialidad, qué pasó y también qué podrá pasar cuando el proceso de propagación de este virus se extienda en áreas más carenciadas como “el conurbano bonaerense, el tucumano o el nuestro”, advierte.
El juego de los laboratorios
En cuanto a las fuentes para informarse, si bien ambos médicos consideraron que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no es un organismo neutral, por estar científica y económicamente ligada a los laboratorios, valoraron que concentre estadística actualizada que conviene consultar.
Taboada también recomendó la web de la Universidad Johns Hopkins de Maryland (Estados Unidos) que expone un mapa actualizado con datos aportados por muchos centros académicos y de investigación del mundo (https://coronavirus.jhu.edu/map.html).
Sobre el papel de la industria farmacéutica, dijo reconocer sus intereses económicos pero también la posibilidad de que la aparición de una vacuna podría “acortar la infecciosidad”.
Müller habla de “negocio de la salud”, una de sus obsesiones y tema de sus libros. “Esta es una gran oportunidad para hacer enormes negocios como sucedió con la gripe A, donde todos corrieron a pedir permisos para hacer pruebas para el antiviral Oseltamivir (N. de la R.: Tamiflú) y se comprobó que con ese medicamento sólo se logró volver dos días antes a trabajar”.
“No sería responsable si criticara los avances de los medicamentos en cuanto a las enfermedades graves, pero digo que esta crisis como tantas otras es la gran oportunidad de producir medicamentos, como la Hidroxicloroquina que se está acumulando como al papel higiénico sin saber muy bien cómo se usará cuando aún se está investigando”, añade.
Convencida de que la industria farmacéutica invierte más en publicidad que en investigación, formuló una hipótesis. “¿No será que los adultos mayores son grupo de riesgo porque sufren de polifarmacia? Me refiero a los que toman más de seis medicamentos en forma regular. En 2009 murieron 21.800 personas en Argentina por uso inadecuado de medicamentos y la mitad padecían este excesivo consumo y mal uso y tenían la inmunidad patas para arriba. Todo eso hay que investigar”.
Una conclusión a la que llegaron ambos profesionales desde dos caminos diferentes, además de transmitir la certeza de que las pandemias son cíclicas y que el corona virus, como todos, no morirá.
Nota publicada por el Diario “La Capital” de Rosario, el Jueves 02 de Abril de 2020.